Esta escultura materializa el deseo más profundo del alma humana: no tener fin. Inmortaliza un momento especial, los vínculos que se forjan en nuestras vidas, nuestro deseo de la eternidad. Las miniaturas doradas que acompañan la obra son personalizadas y representan el vínculo eterno, la unión de las almas, lo sagrado. Esta pieza nos invita a contemplar la eternidad que trasciende el tiempo y el cuerpo.